LA HISTORIA DE LA ORDEN DE LOS TRAPENSES
Durante la historia del cristianismo se han creado muchas órdenes monásticas que suelen definirse en gran parte por el nombre de sus fundadores, aunque diferencias entre los seguidores de un mismo fundador sobre sus ideas y reglas llevaron a menudo a cismas y a la creación de nuevas órdenes.
Los trapenses pertenecen a la orden de los cistercienses y siguen la regla de San Benito (480-547), por lo que a su vez son benedictinos.
La regla de San Benito se basa en la idea de que el trabajo manual es fundamental para acercarse más a Dios. Así, los benedictinos vivían en clausura, alternando el trabajo manual con la oración.
San Benito decía que «había que vivir del trabajo de nuestras manos». Por eso todos los monasterios benedictinos se dedicaron a fertilizar los campos y a producir algún que otro producto para vender.
Como la Iglesia monopolizaba el conocimiento y la ciencia, y los monasterios eran los lugares donde se copiaban los libros y se estudiaba, no es de extrañar que los monjes hayan sido fundamentales en el desarrollo de la ciencia de la elaboración de cerveza.
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